Danzando con el fuego, imágenes irreales de un mundo en constante cambio y transformación, siluetas que se recortan en lo oscuro de la noche avivadas por cientos de pequeñas incandescencias que refulgen por el fuego que las consume.
Ella bailando, él mirando, un juego peligroso, donde nadie tiene que ganar, pero si mucho que perder, la danza prosigue, las llamas, cada vez más calientes se tornan de un rojo abrasador, igual que el deseo de los protagonistas.
La partida continua, el baile cada vez más frenético sigue insuflando el alma del impertérrito observador, la música, estridente para todo aquel ajeno a lo que se estaba jugando, hasta que de pronto, el silencio hizo de la noche su propiedad y en medio, un gran fuego que iba desapareciendo con cada ráfaga de aire, él se levanta y se acerca, a la espera de recuperar a la chica de entre las llamas, pero al soplar el aire nuevamente, solo deja cenizas y amargura, la chica, solo era una silueta reflejada.
Buenas Noches
Gabo Monzón
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