Allí quedan, amarrados, meciéndose dulcemente sobre la quietud de un mar encerrado por la mano del hombre, los botes pesqueros, a la espera de un nuevo día, a la espera de una nueva jornada de faena en alta mar, donde ya el océano, antes balsa, se transforma en movimiento, aleteos lejanos de mariposas que hacen que los pequeños barcos ondulen sobre las olas, de izquierda a derecha, de derecha izquierda, no hay momento de paz, largas horas en equilibrio, manteniendo a flote a una escuálida tripulación junto con el alimento que sacan de ese mar que no deja momento para el sosiego.
Luchan contra el Sol, no siempre ganan la batalla, pero esta vez si, en esta ocasión el astro rey se cansa antes, y comienza a flaquear, sus rayos, antes cegadores, se van debilitando y con ellos el mismo Sol se deja caer tras el horizonte, es el momento de volver a casa, ahora es otra luz la que hace de guía, la luz blanca e intermitente del faro de Taliarte, que va guiando a todo bote a su refugio, donde los grumetillos vuelven a poner pie sobre firme y amarran en un poste a su medio de transporte.
En es ese lugar donde se sienten seguros, donde recaban fuerzas para volver a luchar contra la marea y es ahí donde los he fotografiado, durmientes y en calma.
Buenas Noches,
Gabo Monzón
Muelle pesquero de Taliarte, Gran Canaria, fotografía de larga exposición.
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