De isla en isla, de puerto en puerto, va pasando el día, echando horas pa tras en la carretera y como no, riendo y hablando entre enyesques con los compañeros de fatigas. Pero poco a poco los kilómetros se acortan y allá, un poco antes horizonte, comienza, tal como una bruma, a otearse una pequeña forma que va creciendo hasta convertirse en la meta deseada. La isla de El Hierro. Isla en la que vamos a pasar tres semanas entre nuevos amigos, tierras viejas y rones que aliviaran nuestras fatigas.
Pero eso es el futuro, y como tal es incierto.
Comencé hablando de puertos, y la foto de hoy fue tomada en uno de ellos, el puerto de Los Cristianos, al sur de Tenerife, a la espera de un nuevo embarco me perdí entre barquitos de faena, esas barquillas que diseminadas entre embarcaciones de lujo o recreo le dan el toque de realismo a tanta fastuosidad, de los muelles deportivos.
Esas embarcaciones se asemejan a la fábula de David contra Goliat, el pequeño contra el grande, en esta ocasión puede que no ganen la batalla, pero cumplen con su función, la de salir a faenar día tras día para llevarle el sustento a alguna familia. Y por esa perseverancia y por hacer que perviva un estilo de vida en decadencia en las islas (por no decir en todo el mundo) les dedico mi fotografía de hoy. Una pequeña barca, tranquila, que mientras espera a la llegada de quien la lleve a aguas más profundas pasa el tiempo mirándose en su propio reflejo.
Sin más, me despido hasta mañana, o eso espero. Sean felices
Gabo Monzón
0 comentarios:
Publicar un comentario